Por su elevada proporción de fibra soluble, los garbanzos favorecen el tránsito intestinal, aportan saciedad y ayudan a prevenir el estreñimiento. Seguro que te viene a la cabeza el refrán: “Lentejas, garbanzos y judías ponen el intestino al día”. Comiendo garbanzos no solo estaremos promoviendo la regularidad intestinal, puesto que son muy beneficiosos para los diabéticos que deben controlar los niveles de glucosa en sangre. Se trata de una leguminosa con hidratos de carbono de absorción lentaque libera energía poco a poco y estabiliza la glucosa sanguínea, lo que permite que se puedan incluir en dietas para personas con hipertensión arterial debido a que tienen un alto contenido en potasio y muy bajo en sodio.
¿Hay que abstenerse de comer garbanzos cuando se pretende adelgazar o mantener la línea? Los carbohidratos son un nutriente mayoritario e indispensable en cualquier plan de alimentación, incluidos regímenes de personas con sobrepeso. El efecto saciante y reductor del apetito de la fibra contenida en los garbanzos hace que nos sintamos llenos durante más tiempo y se reduzca nuestro consumo total de calorías diarias. Así pues, la ingesta racional de esta y otras legumbres favorece la pérdida de peso.
Las propiedades de los garbanzos no se acaban aquí, ya que, dada la presencia de magnesio, fósforo, vitamina K, manganeso, zinc y hierro, contribuyen a la construcción y el mantenimiento de la estructura ósea. Y aún hay más: en la composición de los garbanzos figura el selenio, mineral que actúa como antiinflamatorio y ayuda a disminuir la velocidad de crecimiento de los tumores. A este micronutriente se le atribuye un papel preventivo frente a algunos tipos de cáncer, como el de estómago o el de próstata.
La riqueza en folatos de los garbanzos justifica la importancia de introducirlos en la alimentación durante el embarazo para prevenir malformaciones fetales.
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